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Un grupo de parejas nos reunimos en una cena para dar soporte a un amigo común recientemente separado y que está atravesando un mal momento. El motivo es que desde hace unas semanas, (vacaciones incluidas), su ex mujer no le deja ver a sus hijos. Esta situación le ha llevado a acudir al colegio las horas de entrada y salida para robar unos minutos de tiempo a la madre:

Cruce de tensas miradas entre adultos, mientras una de las niñas saca una nota del bolsillo que, como en un número de magia, acaba en manos de papá, mientras mamá distraída, los arrastra rápidamente hacia el coche.

En la nota se puede leer con una inconfundible letra de niña pequeña “Laura, Carla i Joan te echamos mucho de menos PAPÁ”

De las cuatro parejas que estamos allí, dos son de nueva formación con hijos de matrimonios anteriores. La cena transcurre con anécdotas que unos y otros explican de sus “ex” y que tienen como común denominador las muestras de odio, venganza, rabia… materializadas en conductas ruines, absurdas y dañinas que se mantienen a través de los años.

Y mientras escucho me pregunto… y ¿que pasa con esos hijos? ¿Qué valores les estamos transmitiendo?

Centrémonos ahora en los “ex’s” y pongámoslos cara:

  • Personas heridas, despechadas
  • Personas que se han sentido traicionadas
  • Personas con problemas
  • Personas que han sufrido pérdidas, luego están sufriendo duelos
  • Personas con trastornos psicológicos, a veces más leves y a veces más graves
  • Malas personas
  • Yo

¿Me dejo a alguien?

No puedo evitar sentir compasión por todos y cada uno de los ex con hijos del mundo que están en situaciones como esta o similares. Hago también la extensión a las nuevas parejas de los ex. Todos sufren, todos necesitan sentirse respetados, comprendidos por el otro, perdonados o aceptados aunque el orgullo no permita reconocerlo.

Por deformación profesional, siento deseo de ayudarlos a todos, de hablarles de asertividad y habilidades sociales  y de negociación, de tolerancia a la frustración, del secuestro de nuestro cerebro racional por el emocional, de autoestima, de PNL y el mapa del otro….

Ayudarlos por ellos mismos y sobre todo por los niños, que al final son las verdaderas víctimas. ¿No creéis que la responsabilidad para con nuestros hijos debería hacernos replantear constantemente nuestra conducta?

Si estas en esta situación, quizás podría ayudarte la siguiente información sobre un estudio de investigación que llevaron a cabo dos autores Camara y Resnick en 1988. Estos autores definieron cuatro tipos de padres separados con hijos en función del grado de conflicto y de cooperación entre ellos:

 

Conflicto

Cooperación

Características Recomendaciones

Alto

Alta

Progenitores que presentan resentimiento mutuo pero que son capaces de hablar de las cuestiones relativas a los hijos.Cuando tienen desavenencias procuran que los hijos no estén presentes.Funcionan mejor con acuerdos muy estructurados y ritualizados Puede instaurarse un sistema de tenencia compartida siempre que se encuentre altamente estructurado.En caso de dificultades concretas pueden beneficiarse de un proceso de mediación familiar y/o un asesoramiento  técnico puntual.

Alto

Baja

Los padres se mantienen enredados en sus desavenencias dedicando una alta energía a ello.Se critican abiertamente de forma mutua tanto en sus formas de ser y sus funciones parentales.Los hijos acostumbran a ser centro de sus disputas.Discuten delante del menor, los desacuerdos sobre custodia o visitas y también las pautas educativas de cada progenitor. El sistema de contacto y comunicación que se establezca debe estar altamente estructurado y evitar de forma activa que suponga encuentros de los progenitores en los intercambios.Estas familias necesitarían disponer de atención especializada

Bajo

Baja

Progenitores que procuran evitarse mutuamente y hacer sus vidas al margen del otro.Si alguna vez discuten  es por algún desacuerdo sobre los hijos, no sobre ellos mismos.En general no desean mantener contacto con el otro progenitor, ello dificulta el conocimiento y atención de cuestiones importantes de los hijos. El sistema de contacto  debe estar altamente estructurado en la modalidad que se decida.Resulta muy conveniente la participación de los padres en un programa psico-educativo.

Bajo

Alta

Los progenitores mantienen una relación positiva, apoyándose y respetándose mutuamente.Toman de forma conjunta las decisiones que afectan a sus hijos y son muy flexibles en las pautas de contacto y comunicación. Sin recomendaciones específicas

Como podréis ver, el grado de conflicto y el grado de cooperación son elementos clave cuando una pareja con hijos se separa, aunque lo que marcará la diferencia es lo segundo.

Si somos capaces de cooperar con nuestra ex pareja aunque tengamos un alto nivel de conflicto, aún podremos mantener una custodia compartida saludable si lo hacemos de forma altamente estructurada y con ayudas puntuales.

Pero en el caso de que no seamos capaces de cooperar el uno con el otro, vamos a necesitar grandes dosis de ayuda especializada si no queremos que nuestros hijos acaben pagando los platos rotos.

Para acabar, sólo nos queda enviaros una última recomendación:

Cambia de actitud, tus hijos se lo merecen y si no puedes por ti sola… pide ayuda.

Cooperar en el conflicto es un entrenamiento que no debería ser exclusivo de los padres separados, ni siquiera de los padres. Como individuos nos aporta un gran valor, la oportunidad de transcendernos, de elevarnos a un nivel superior, por encima de la inmediata y visceral reacción emocional en la que dejamos de pensar en nosotros mismos, nuestro ego, nuestros intereses para pensar en un bien mayor.

DIFICIL AUNQUE NO IMPOSIBLE.

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