DISONANCIA COGNITIVA
Principio de año es tiempo de buenas intenciones.
Seguro que más de uno os habéis prometido que a partir del 1 de enero:
–Iré al gimnasio 3 veces por semana, he de ponerme en forma urgentemente.
-Me pongo a dieta, necesito bajar esos quilitos que he acumulado durante el pasado año.
-Salgo de trabajar a mi hora.
-Dejo de tomar el donuts con el café, tengo el colesterol por las nubes.
-Voy a comenzar un plan de ahorro estricto, he de controlarme.
-Dejo de fumar, es perjudicial para mi salud.
– Me apunto a clases de inglés, ya; es indispensable para mi trabajo.
Y ¿que pasa cuando llega marzo?
-En el mejor de los casos me he apuntado al gimnasio pero no he conseguido ir más de dos días seguidos.
-Entre cenas de amigos y cumpleaños aún no he tenido la oportunidad de comenzar la dieta.
-Sigo trabajando más horas que un reloj, mira cómo está el panorama.
-Quizá cierre la fabrica de Donuts, entonces será un buen momento para dejar de tomarlos.
-Con lo que trabajo necesito permitirme algún pequeño capricho.
– Total mi padre fumó toda su vida y tampoco le fue tan mal.
-A mi edad lo de aprender otro idioma ya es misión imposible
¿Qué pasa en todas estas situaciones?
Pues que tenemos que hablar de disonancia cognitiva.
La teoría de la disonancia cognitiva fue introducida por Festinger y hace referéncia a la incomodidad que percibimos cuando mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles entre sí. Esta tensión nos puede llevar a sentir una serie de emociones negativas como culpa, rabia ,frustración… y en cualquier caso un nivel de ansiedad cuya válvula de escape nos puede llevar a sentirnos físicamente mal, somatizar.
Ante esta incomodidad es necesario reducir la disonancia y para ello ponemos en marcha diferentes mecanismos.
La disonancia cognitiva explica nuestra tendencia a la autojustificación. La ansiedad o tensión que conlleva la posibilidad de que hemos tomado una decisión equivocada o de que hayamos hecho algo incorrecto, nos puede llevar a inventar nuevas razones o justificaciones para apoyar nuestra decisión o acto. No soportamos al mismo tiempo dos pensamientos contradictorios o incompatibles, y justificamos dicha contradicción aunque sea con ideas absurdas y sin demasiado fundamento.
Por otro lado, si pensamos que nos han obligado a actuar de manera contraria a lo que nosotros creemos o nos habíamos propuesto, la disonancia cognitiva desaparece. Es por esto que en algunas ocasiones llegamos a culpar a otros de lo que nosotros hacemos.
– Si voy 3 días por semana al gimnasio mi pareja se molesta.
– Mi jefe valora mucho la dedicación extra, si me voy a mi hora me despedirá
Una vez dicho esto, intentar disminuir la disonancia cognitiva no está mal, casi podríamos decir que se trata de un ejercicio de supervivencia. Lo realmente importante es que seamos conscientes del proceso que estamos llevando a cabo y que no caigamos en el autoengaño!!!! Algunos me habéis oído decir en muchas ocasiones “ somos auténticos maestros del autoengaño!”
Por último lo que más nos puede ayudar en este último paso es autoobservarnos, someter a análisis las autojustificaciones y pensar que en pocas ocasiones nuestras decisiones están en manos de otro.
En algunas ocasiones la disonancia cognitiva puede generar mucha tensión y entonces es importante trabajar el control de conducta o el análisis de nuestras creencias, pero para esto necesitareis la ayuda de un profesional. Pero no olvideis que la primera parte del trabajo está en vuestras manos,¿ os atreveis a hacerlo?